El telón se encontraba abajo mientras que pedaleras y micrófonos eran acomodados, pero esto fue suficiente para que los fanáticos, que asistieron ese domingo 27 de abril al Teatro Armando Manzanero, empezaran a gritar. Sabían lo que estaba por venir, lo esperaron desde las 7 de la noche cuando la fila se estaba formando fuera del recinto.
El telón se abrió y los gritos se hicieron más altos, pareciera que las ondas pudieran tocar los altos techos del lugar. Todos los jóvenes empezaron a saltar las butacas, para quedar cada vez más cerca del escenario, y así, todo el orden de los asientos se había ido a la basura. El show iba a empezar.
Los músicos entran a escena uno por uno recibidos por el grito del público. La emoción llego a su máximo cuando un joven castaño, complexión delgada y vestido de botas, pantalon beige y playera azul marino subió al escenario; si, no fue reconocido al momento, los fanáticos lo identificaron con un grito: ¡SIDDHARTHA!
Brindó energía a su público desde un principio mientras saltaba acompañado de su guitarra y sonreía, disfrutando dar parte de sí en escena; mientras que el público presente no dejaba de gritar su nombre y lanzarle toda clase de declaraciones, como un fanático que no paraba de gritar ‘¡Eres un chingón, Siddartha!’
Ya habían pasado cuatro de los temas de la noche cuando el cantante hace una pausa, agarró el micrófono y anuncia: ‘Hoy nos vamos hasta que ustedes y el teatro quiera’. La respuesta del público fue una serie de gritos, sabían que vendría una buena noche.
El cantante se llevo una noche de lo más tranquila, recalco el que no podía creer que estuviera de vuelta a la ciudad blanca a menos de un año de haber estado ahí antes mientras que su ayudante en audio, un chico de sombrero, bermuda y playera hawaiana, era el encargado de acomodar guitarras, checar bocinas y mover instrumentos.
Ya por la mitad de la noche el escenario se pintó de rojo; “Déjame las luces así, por favor” dijo el cantante, mientas que se colocaba una luz amarilla sobre el y reflectores rojos sobre sus acompañantes en escena. Con esta atmósfera sonó ‘Tonight’.
La luz volvió a cambiar y ahora, en un escenario totalmente iluminado, el cantante habló de la ciudad de Mérida como un pueblo mágico, al igual que como el que tuvo la oportunidad de visitar y del cual salía la inspiración para la canción que seguía; dando entrada así a ‘Bacalar’.
La noche ya iba llegando a su final, temas como ‘Deshielo’, ‘Humo’ y ‘Domingo’ animaron al público pero fueron ‘El Aire’ y ‘Gota a Gota’, donde el público mostró que Mérida era la ciudad blanca no por sus casas, si no por la vibra de su gente, tal cual dijo el músico.
El cantante regiomontano anunció que la canción que iban a tocar a continuación iba a ser la última, y esto causó en el público una serie de dudas: ‘¿En serio?’, ‘¿Ya es hora?’, ‘¿No va a cantar con Calocho (quien, por cierto, había abierto la presentación de Siddhartha juntó con dos bandas locales: Alice True Colors y Lulaby)?’ pero todos tuvieron una respuesta en común al oír esto: ¡NOOOO!.
El cantante tocó un tema más antes de salir de escena mientras los fanáticos pedían una canción más, petición que el cantante complació pero aún así sin la compañía de Calocho. El público no parecía quererse ir sin ver a esos dos juntos en el escenario.
Siddartha anunció que la siguiente canción definitivamente iba a ser la última, por lo que solicitó la compañía de quienes lo acompañaban en la gira; empezando por Calocho, quién fue recibido por el público como la primera vez que subió al escenario esa misma noche, y el resto de su banda. Además, el acompañante invisible de la noche, quién estuvo pendiente de lo que necesitaba el cantante y compañía (incluso de un cambio de baqueta al ritmo de la canción que sonó en un momento de la noche), fue presentado: ‘El es Juanpi, y nos ayuda con todo el audio de la gira’. El público aplaudió a este personaje, el cual no paraba de sonreír mientras acomodaba la guitarra para interpretar ‘Loco’, tema con el que despidieron la noche con Calocho acompañando a Siddhartha.